miércoles, 3 de marzo de 2010

Cecilia Meireles [1901-1964]




Considerada como la gran poetisa de la lengua portuguesa. Junto a Bandeira ha de figurar ya que ellos, con Drummond de Andrade, formaron la vanguardia del modernismo en la poesía brasileña. Su poesía, además de una notable labor cultural, la ha hecho acreedora a la fama por su técnica y por su riqueza formal y humana. Con Viagem obtuvo el Premio de Poesía de la Academia Brasileña, en 1835. Afirmó, su manera poética con Mar absoluto (1944) y, principalmente, con Retrato Natural (1949), que consagró su genialidad. Su extensa Elegía (1933-1937), dedicada a la memoria de un ser querido con el tema de un nocturno funerario, tiene fuerzas de sana interpretación, de vital optimismo y de clara luminosidad. Es bella evocación de la alegría que nos rodea y con la que nos obsequian los sentidos. La tristeza se halla en que la abuela no podrá disfrutarla y en captar la idea de la muerte. Como su mejor obra poética se cita Elegía de Gandhi, traducida a numerosos idiomas.

Estirpe





"Los mendigos mayores no dicen nada, no hacen nada.
Saben que es inútil y exhaustivo. Se dejan estar. Se dejan
estar.
Déjanse estar al sol o a la lluvia, con el mismo aire de entero
valor,
lejos del cuerpo que dejan en cualquier lugar.
Entretiénense en extender la vida por el pensamiento.
Si alguien habla, su voz huye como un pájaro que cae.
Y es de tal modo imprevista, innecesaria y sorprendente
que para oírla bien tal vez giman algún ay.
¡Oh, no gemían, no!... Los mendigos mayores son todos
estoicos. Pondrán su miseria junto a los jardines del mundo feliz
pero no quieren que, desde el otro lado, sepan de la extraña suerte
que los recorre como un río un país.
Los mendigos mayores viven fuera de la vida: se excluyeron.
Abren sueños y silencios y desnudos espacios a su alrededor.
Tienen su reino vacío, de altas estrellas que no cobijan.
Su mirar jamás mira y su boca no llama ni ríe.
Y su cuerpo no sufre ni goza. Y su mano no toma ni pide.
Y su corazón es una cosa que, si existiera, súbito olvidaría.
¡Ah!, los mendigos mayores son un pueblo que se va convirtiendo en piedra.
Ese pueblo, que es el mío. "


Reinvención

"La vida sólo es posible
reinventada.
Va el sol por los campos
y pasea su dorada mano
por las aguas, por las hojas...
¡Ah, todo burbujas
que brotan de hondas piscinas
de ilusión... - nada jamás.
¡Ah!, todo burbujas Pero la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible reinventada.
Viene la luna, viene, retira
las cadenas de mis brazos.
Me proyecto por espacios
llenos de tu figura.
Sola, equilibrada en el tiempo,
me desprendo del vaivén
que más allá del tiempo me lleva.
Sola, en la tiniebla
permanezco: recibida y dada.
Porque la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible
reinventada. "


RETRATO

EU NÃO tinha êste rosto de hoje,
assim calmo, assim triste, assim magro,
nem êstes olhos tão vazios,
nem o lábio amargo.

Eu não tinha estas mãos sem fôrça,
tão paradas e frias e mortas;
eu não tinha êste coração
que nem se mostra.

Eu não dei por esta mudança,
tão simples, tão certa, tão fácil:
— Em que espêlho ficou perdida
a minha face?

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martes, 2 de marzo de 2010

Inmaculada Mengíbar [Córdoba, España, 1962]

Nace en Córdoba el 5 de junio de 1962, aunque ha residido en Granada, Tenerife, Almería y Málaga. Poeta.
Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, ciudad en la que comenzó a escribir y publicar, pudiendo encuadrarse su poesía en el grupo denominado como poesía de la experiencia o nueva sentimentalidad, muy vinculado al poeta de la Generación del 27 Rafael Alberti, y al profesor universitario Juan Carlos Rodríguez.






POR MÁS INTERRUPTORES QUE EL OLVIDO TE OFREZCA
no podrás apagarme jamás en tu memoria.
Yo estaré en la salida de los cines de invierno,
y acaso en la del sueño,
esperando en la luz de tu mesilla
como una maldición. Por más que intentes
numerar las sesiones del recuerdo,
yo te perseguiré. Y ahora
que aún es tiempo de amarnos, subiré
al primer tren que lleve nuevamente a tu vida,
tomaré el primer taxi de luz para buscarte,
cruzaré los semáforos en rojo,las señales
prohibidas que me tiendas,
y al fin me habrás de amar, ya sin remedio,
tú me tendrás que amar ―sesión continua―
cuando por fin la noche
nos encienda.

Los días laborables. Hiperión, 1988, pág 41

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