lunes, 11 de abril de 2011

Depredador de la siesta. Pilar Sanabria


DEPREDADOR DE LA SIESTA
Yo me espero en tu verbo,
lo consumo en el anhelo.
Nazco de tu sudor, expando su llama.
Eres mi causa desnuda
cuando en mi tacto
sujeto tu selva caliente
y su ruido amamanta mi boca
de líquidas sombras.
Dominio de espuma salvadora,
cima vivificante donde encuentro
un manso misterio de mujer.
Poder entrar en tu presencia
hacia el pleno color
de tu herida hecha infinito.
Me vences, amor,
con un movimiento delicuescente
en tus costados,
una flor sin eclipse en tus caderas,
quizá el aire cardinal de tus pechos.
En la lenta siesta de tu saliva
cuando el verano se amansa
en los dedos absolutos
que he mojado de tus ángeles.

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